La nueva edición de Gran Hermano arrancó con una intensidad inesperada.
La convivencia se aceleró a un ritmo vertiginoso, y en apenas dos semanas, los grupos comenzaron a cerrarse rápidamente, formados tanto por afinidad como por necesidad de defensa frente a los demás.
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Sin embargo, tres nombres lograron destacarse no solo por su juego dentro de la casa, sino también por la empatía que generaron afuera: Santiago Algorta, Luciana Martínez y Luz Tito.
Una alianza fuerte en el ojo de la tormenta
La formación encabezada por Santiago, Luciana y Luz, con el respaldo de Candela Campos, se consolidó como un núcleo sólido en el reality.
El público no tardó en identificar su juego como “correcto”, especialmente en contraposición con las actitudes cuestionables de otros participantes.
Luciana Martínez, figura clave en este grupo, se convirtió en el centro de ataques desmedidos por parte de algunos compañeros y compañeras, exponiendo nuevamente situaciones de bullying que muchos espectadores reconocen como inadmisibles.
En una charla con Santiago, Luciana confesó:
“Que te hagan a un lado, que ni te hablen… Que le digan a las compañeras que se acercan a vos que no se acerquen. Es muchísimo.”
Estas palabras, cargadas de emoción, resonaron tanto dentro como fuera de la casa. Santiago Algorta, en su rol de aliado, recordó que este tipo de situaciones también marcaron su infancia, conectando así de manera profunda con Luciana.
Luz Tito, aunque menos visible en el diálogo, se convirtió en una presencia clave en este grupo. Su apoyo silencioso y constante fue fundamental, mostrando que no siempre las palabras son necesarias para posicionarse en el juego.
Una segunda oportunidad para sanar
La conversación en el patio dio lugar a reflexiones más profundas y espirituales, especialmente por parte del uruguayo. Santiago propuso una mirada esperanzadora frente a las dificultades que enfrentan:
“Tenemos la chance de vivir lo que ya vivimos, pero con la cabeza de hoy. Es como una segunda oportunidad. No es casualidad que nos esté pasando esto.”
Estas palabras reflejan la conexión emocional entre los tres, quienes, cada uno desde su lugar, parecen enfrentar fantasmas del pasado para transformarlos en un aprendizaje.
Luciana lo vive en carne propia, Luz también atraviesa desafíos internos, y Santiago se posiciona como un apoyo clave para ambas, en un juego donde la empatía puede ser la mayor fortaleza.
Rechazo a las actitudes transfóbicas
Mientras tanto, fuera de esta alianza, otras participantes quedaron expuestas por su trato malicioso hacia Luciana.
Delfina de Lellis, la primera eliminada del certamen, fue uno de los nombres más mencionados en este contexto, pero no la única.
Lourdes Ciccarone, Keila Sosa y Martina Pereyra también protagonizaron momentos cuestionables, llegando incluso a comentarios transfóbicos que desataron indignación.
A pesar de esto, la presencia de Luz y su papel dentro del grupo actuaron como un sostén emocional clave, demostrando que la unión entre los tres es más fuerte que cualquier hostilidad externa.
La alianza que mueve la casa
Santiago, Luciana y Luz no solo generaron un cambio interno en la convivencia, sino que lograron conquistar al público.
En tan solo una semana, su capacidad para enfrentar situaciones adversas y construir un juego basado en la empatía desestabilizó al resto de los participantes.
Más allá de estrategias y nominaciones, lo que comenzó como un grupo se transformó en un símbolo de resistencia y unión.
La casa más famosa sigue encendida, y la influencia de estos tres jugadores promete seguir dando de qué hablar en las próximas semanas.