Recientemente, en la provincia de Córdoba. Se ha reevaluado la figura de quien fue considerado el gobernador más destacado durante el siglo XIX. La historia del Coronel Ramon Bustos que pocos conocen
Ramón Bustos, descendiente del gobernante Juan Bautista, recorrió con valentía los caminos de los conflictos civiles en Argentina. Escrito por Carlos Pachá.
Juan Bautista Bustos había sido relegado al olvido por aquellos que diseñaron una narrativa histórica simplista y subjetiva.
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Coronel Ramon Bustos
Es apropiado rescatar del olvido a otro miembro esencial de esa familia: su hijo, Ramón Bustos. Quien valientemente transitó los caminos de las luchas civiles. Las casualidades mencionadas adquieren relevancia. Dado que Ramón nació el 1 de septiembre de 1810. Mientras que Juan Bautista falleció el 18 de septiembre de 1830.
Ramón fue el fruto del matrimonio entre Juan Bautista y Juliana Maure. Es destacable, en primer lugar, que Ramón fue un joven instruido con una sólida formación intelectual. Recibió una educación cuidadosa en el Real Colegio de Monserrat de Córdoba. Y en 1826 fue becado para estudiar en Inglaterra.
Comenzó su trayectoria en las milicias cordobesas. Y en 1832 participó en una revolución contra los Reynafé. Se unió a Facundo Quiroga, bajo cuyo mando sirvió hasta 1834.
Posteriormente, se trasladó a Buenos Aires con el regimiento Auxiliares de los Andes. Ostentando el rango de sargento mayor de caballería. En 1835, actuó como edecán de Juan Manuel de Rosas. Y dos años más tarde escoltó a Estanislao López hacia Santa Fe.
En 1839 ascendió al rango de teniente coronel del regimiento Escolta. Y fue destinado a Tapalqué para enfrentar a los indígenas. En una batalla crucial, derrotó al cacique Baigorri, siendo su trompa, Donato Álvarez. Quien le salvó la vida.
Las batallas en las que participó Coronel Ramon Bustos
Su historial incluye numerosas batallas. En el mismo año, participó en la batalla de Chascomús. Enfrentándose a los sublevados «Hacendados del Sud». El 7 de noviembre de 1839, en calidad de segundo jefe del regimiento de campaña. Comandado por el coronel Nicolás Granada, Bustos lideró el escuadrón de coraceros. Provocando la desbandada del enemigo casi sin combate.
En 1840, se unió al ejército del general Oribe, participando en Quebracho Herrado. Una victoria federal contra la invasión liderada por Lavalle. Al año siguiente, estuvo presente en Rodeo del Medio. Bajo las órdenes de Ángel Pacheco. En mayo de 1841, junto a Pacheco, lograron victorias en Olta y Chepes. Sometiendo a las fuerzas unitarias. (También participó en la lucha en Tucumán contra las fuerzas de Lamadrid).
Bustos se aliaba con otros para participar en las batallas
El ejército de Pacheco regresó de Cuyo pasando por Río Cuarto en 1842. La región estaba invadida por tropas santafesinas de Juan Pablo López «Mascarilla». Hermano del difunto Estanislao, quien se había unido al bando unitario. El 16 de enero de 1842, el coronel José Manuel Salas se separó de esa tropa y ocupó El Tío. Pero fue desalojado y perseguido por Bustos hasta los límites de la provincia.
Con el rango de coronel, participó en Arroyo Grande en 1842; en Puntas del Sauce en 1844. Estuvo bajo las órdenes de Granada. El 27 de marzo de 1845, comandando los cuerpos de Urquiza. Fue uno de los vencedores en la crucial batalla de India Muerta.
En febrero de 1846, contribuyó al triunfo del general Servando Gómez. En el combate de San Antonio, cerca del pueblo de Salto.
Cuando Urquiza se rebeló contra Rosas. Bustos, uno de los líderes del ejército sitiador de Montevideo, rechazó la acción. Y se embarcó con los coroneles Mariano Maza, Pedro Ramos, Jerónimo Costa y José María Flores. Rumbo a Buenos Aires, presentándose en Santos Lugares.
Sus participaciones
Junto a ellos, el 31 de enero de 1852, participó en el combate de Campos de Álvarez. Formó parte de la junta de guerra convocada por Rosas el día previo a Caseros. En dicha batalla, comandó una de las divisiones de caballería del ejército rosista.
Con la caída de Rosas, se desempeñó como jefe del regimiento Húsares del Plata. Con guarnición en Dolores. Cuando estalló la revolución del 11 de septiembre. Fue deportado a Montevideo y regresó para unirse a las fuerzas sitiadoras del coronel Hilario Lagos.
Participó en la batalla de San Gregorio (22 de enero de 1853). Bajo las órdenes del general Pedro Rosas y Belgrano, siendo derrotados por Gregorio Paz.
El general Flores, junto con Bustos, Costa y otros exiliados como Baldomero Lamela. Juan Francisco Olmos y León Benítez. Desde la Banda Oriental prepararon una invasión a Buenos Aires en 1855.
Flores se lanzó el 25 de diciembre de 1855. Desembarcando en Ensenada con el coronel Baltar y 90 hombres reclutados en Montevideo. Llevó a cabo incursiones hasta la provincia de Santa Fe. Pero fue derrotado al norte en Laguna Cardoso por las tropas comandadas. Por el temible coronel Wenceslao Paunero.
La derrota de Coronel Ramon Bustos
Ignorando estos eventos, Costa desembarcó en Zárate el 27 de enero, donde permaneció poco tiempo. Ya que el coronel Benítez lo instó a trasladarse a Luján. Para sublevar al Quinto Regimiento de Caballería. Al enterarse del desastre de Flores al llegar a Luján. Costa se movió a Chascomús con 150 hombres bien equipados.
Alcanzado por el coronel Esteban García «el Gato» en el paraje de Villamayor. En el partido de La Matanza, fueron vencidos por sus enemigos. Bustos fue perseguido, alcanzado y muerto por un tal sargento Asoca. (En algunas versiones, otros biógrafos afirman que se suicidó con un cuchillo antes de caer prisionero).
Siguiendo el ejemplo de su padre, es posible que su hijo haya decidido su destino por mano propia). Jerónimo Costa fue capturado y ejecutado por orden del gobernador de Buenos Aires, Pastor Obligado.
Paradójicamente coincidiendo con el cuarto aniversario de la batalla de Caseros. Los restos de los derrotados fueron sepultados en San José de Flores. Y luego, el 24 de febrero de 1877, trasladados al cementerio de la Recoleta.
El coronel Bustos falleció soltero, dejando un extenso y destacado historial de guerrero. Se dedicó completamente a la defensa de sus ideales. Sacrificando su vida en el campo de batalla, como solo lo hacen los valientes.