Durante la madrugada del 12 de Junio de 1982, Sergio Delgado fue herido en el combate del Monte Longdon. Por primera vez, después de 40 años, el relato de un ex combatiente de Malvinas que asegura haber visto “el túnel” y “la luz”
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Experiencia extracorporal. El relato de un ex combatiente de Malvinas que asegura haber visto “el túnel” y “la luz”
El ex combatiente Sergio Delgado ha sido uno de los sobrevivientes de la batalla de Monte Longdon, un lugar donde habían muchas refriegas durante la noche y hasta la madrugada del 12 de Junio de 1982, ubicada a sólo 10 kilómetros de Puerto Argentino.
El ex combatiente llegó a Monte Longdon preparado para la guerra, con muchas municiones para poder completar la carga de un cañón. Antes de que comenzara la batalla, ya se había perdido el 30 por ciento de los soldados, muchos heridos, otros con deserciones y autoflagelados.
«El regimiento tuvo 36 muertos y 120 heridos, entre los que estoy yo. También murieron muchos británicos. En un radio de 50 metros llegaron a morir 15 soldados», cuenta Delgado.
El viernes 11 de Junio de 1982, Delgado (Le decían Peca) se encontraba compartiendo su refugio con un conscripto castigado por desertor, Miguel «el Polaco» Gramicci. Esa noche, ambos soldados se encontraban durmiendo, aunque de pronto, despertaron al escuchar voces extrañas aproximándose para donde ellos se encontraban, hasta que reconocieron las voces como inglesas.
«Me cambié, me puse el casco y agarré el arma. No funcionaba, pero uno se siente más protegido» manifestó. Guardaban silencio, uno de sus compañeros, Milcíades Benítez de la provincia de Corrientes ya había sido detenido.
«Los británicos le pedían que diera nuestra posición. Llegó a hablarme: ‘Peca, salí, no te hacen nada’ me dijo. Yo estaba muerto de miedo. Mientras pensábamos qué hacer, Benítez empezó a gritar. Eso me bloqueó. Yo siempre estuve bloqueado de miedo. Era una cosa terrible» añadió Sergio.
«Escuche una explosión y sentí calor en las piernas»
Pasado un momento, los soldados británicos lanzaron una granada dentro del pozo. «No la vi entrar pero sentí un ruido… Escuché la explosión y sentí un calor en las piernas, que iba subiendo… A medida que iba subiendo pensé que eso era la muerte, y que cuando llegara a mi cabeza yo iba a desaparecer.
Cuando el calor llegó a mi cabeza sentí que mi cuerpo se transportaba para arriba, digamos, hacia un lugar donde yo estaba flotando. Ahí sentí que mi consciencia estaba como entrando a la muerte y me encontré con algo blanco, como una pared. Vi como que algo había del otro lado y se me dio por decir algo», añade.
Cuando la granada de los ingleses explota en la trinchera, Peca y el Polaco volaron por los aires, debido a que el techo se derrumbó, Sergio estaba herido y su compañero no. Dos soldados ingleses armados se tomaron el trabajo de entrar y chequear si había quedado alguien con vida.
Ambos compañeros estaban abrazados abajo mientras los ingleses arriba iban clavando bayonetazos entre la paja, las ramas y los escombros. «Una estacada le dio al Polaco en el estómago, sentí el golpe. Se fue muriendo poco a poco, entre mis brazos. Murió el día que volvió».
Al escuchar los gritos de dolor del Polaco, los británicos se alejaron del sector, mientras Sergio se hacia el muerto hasta que lo descubrieron. «Un soldado me descubrió. Me tocó un parpado y pestañé. Me encañonó con una 9mm en la sien. ¡Camon, Camon! gritaba. En mi inglés básico le dije «The please, my legs». Yo vi el estado de mis piernas en la cara del tipo. Ahí me dejó de apuntar y vació la recámara. Estuve una semana en el buque Uganda».
En el buque Uganda fue operado por un equipo de cirujanos ingleses. «Me quisieron matar pero se hicieron cargo. Me cuidaron, me curaron y me llevaron con 15 heridos más. Yo era uno de los que estaba en peores condiciones. Les debo la vida». Volvió pesando 34 kilos.